Cansado el nómada,
agotado por lento viaje
sediento y hambriento,
buscando saciar su sed,
ya percibe en el horizonte
esa silueta inconfundible,
de aquel oportuno oasis.
Tarde en el día,
se dirige a esa estampa,
de palmeras y verdor,
transformada realidad,
cada paso al porvenir,
saboreandose la fruta
de aquel suculento oasis.
Saciando su apetito,
manantiales en boca
con desbordada pasion,
transparente elixir,
sobre labios sedientos,
compartiendo la vida,
de aquel amable oasis.
Preparando el partir,
para nuevos caminos
lleva el alma satisfecha,
pedazo de aquel
saciante momento,
tan solo un recuerdo
de aquel tierno oasis.
Cabalgando en éxtasis,
cavilaba ansiosamente,
el retorno anticipado
de vivir nuevamente,
saboreantes golosinas
del fruto interno
de aquel delicioso oasis.