Hay poetas y soldados,
los dos imprescindibles en la revolución.
Los que en la vanguardia laten con su corazón,
avanzan mientras las balas fascistas empiezan a volar.
Caen uno a uno, una bala en el pecho,
para que los que vienen detrás lleguen al desenlace,
al objetivo cierto: la libertad,
la libertad de todos, por todos y para todos.
La palabra es más potente que la espada,
pero el fusil equilibra la batalla del porvenir.
Sé sincero y pregúntate:
¿cuál eres tú?
Porque se necesitan ambos:
la palabra y la bala,
la voz y el disparo,
el verso y la acción!