En el rincón profundo del alma errante,
donde la locura se viste de instante,
pinta sueños con locura infinita,
en el fuego que arde, su esencia exquisita.
Creer que la locura es arte divino,
es encontrar en el caos un camino genuino,
donde ideas fluyen como ríos sin prisa,
y la mente se expande, vibrante y precisa.
Mas, en el fondo, la cordura se asienta,
voz de titán que en silencio se enfrenta,
balanza que mide lo sagrado y lo roto,
la guía que frena el vuelo del loco.
Locura y cordura, un tango eterno,
en el lienzo de la vida, un juego moderno,
pero en el susurro, la razón se adueña,
y la locura se oculta en su danza pequeña.
Así que, en el arte, entre sombras y luces,
la locura se ríe, la cordura induce,
a crear sin perderse, a soñar sin caer,
en un mundo donde el equilibrio es poder.
Rolando Matías