En el vasto lienzo de la vida,
donde las sombras juegan y se entrelazan,
surge el alma, como un faro en la bruma,
un susurro que llama, que nunca se cansa.
Eres tú, esencia pura,
la chispa que danza en la penumbra,
con pasos firmes, en la senda oscura,
cada latido, una historia que alumbra.
No te escondas tras máscaras frías,
ni te ahogues en mares de duda,
la autenticidad es la melodía
que resuena en el pecho, profunda y desnuda.
Las voces ajenas pueden ser ruidosas,
pero el eco de tu ser es más fuerte,
abraza tus sueños, aunque sean cosas,
que en la lucha y el amor, se forja la suerte.
Con cada tropiezo, con cada caída,
te levantas, guerrero de tu propia piel,
y en cada derrota, en cada herida,
encuentras el brillo de tu amanecer.
Sé tú, sin miedo, sin ataduras,
cada paso un poema, cada rayo de sol,
la vida es un arte, una danza de locuras,
donde ser uno mismo es el más grande rol.
Así, en el viaje de la existencia,
te conviertes en faro, en luz y en voz,
celebrando la vida con plena coherencia,
porque ser uno propio es ser tu propia Dios.